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Salesianidad
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DON BOSCO EXTRAORDINARIO

DON BOSCO EXTRAORDINARIO

Marcelo Escalante, SDB

Ayer y hoy, qué difícil es encontrar a un hombre que viva con coherencia su decir y su obrar. Si tenemos la suerte de hallar uno no podemos menos que quedar admirados y atraídos, si logra esta extravagante virtud atrae en sí mismo. Esta coherencia sería ya suficiente motivo para acercarse a él y para estudiarlo. Cuanto más si es que este extraño amigo influyó entre sus circundantes, o incluso más allá. Y cuanto más si es que es reconocido por la infalible voz de la Iglesia como un ser por medio del cual Dios se valió para hacer sentir su presencia entre los hombres y que por tanto se encuentra gozando ya de las bienaventuranzas eternas. Esto es, lo proclama santo.

Acercarse a un santo es una tarea apasionante, desafía al intelecto y a la fría razón pues les invita a ir más allá de sus fronteras espacio temporales para ver, con los anteojos de la fe, una realidad que por no poder ser sometida a cualquier aparato de medición, no deja de ser tan real en cuanto goza de ser. Cuando nos acercamos a un santo sabemos que nos acercamos a una persona diferente, extraordinaria, tal vez inaprensible… nos fascina su simplicidad y nos aterra su grandeza, nos cautiva su humanidad y nos admira su entrega desinteresada en pro de algo superior.

Y con cuantos carismas nos ha bendecido Dios, cuantas caricias divinas nos ha dado el Espíritu Santo con miles y miles de santos que muestran que Dios habita en su Iglesia, que la ama y que la quiere viva, bella y santa. Tenemos santos ancianos y jóvenes; de la acción y de la contemplación; los hay intrépidos y discretos; sumisos e innovadores; los hay eruditos, laboriosos, milagrosos, barrenderos, cocineros… y también los hay educadores.

Aquí, precisamente, entre estos últimos ubicamos a nuestro Don Bosco. Un hombre que marcó un antes y un después no sólo en la vida de miles de personas, de sus queridos jóvenes (como él decía); sino también en la Italia del s. XIX al punto que se llegó a decir de él que era el prototipo del católico moderno. Cesaré Lombroso, filósofo poco creyente, hablando de Italia decía: “según parece era deplorable la tardanza del Estado y la negligencia de la clase política, la única excepción era la obra de Don Bosco”.

Hijo de una familia pobre y huérfano de padre, supo encarnar los valores más altos y sublimes de un modo cotidiano y casi oculto, para algunos Don Bosco no era más que un buen sacerdote, para otros su santidad era más que evidente. Sencillo, familiar y cercano en su trato, ocultaba involuntariamente la increíble belleza de un alma que ardía de pasión por la salvación de la juventud, porque ardía de amor a Dios. Imponente en su humildad era pequeño en las cosas grandes, no le gustaban los aplausos ni las guirnaldas que por donde quiera que iba le llovían por montones, sin embargo, con resignación y con no poca incomodidad los aceptaba porque quería ver en esas manifestaciones de alegría, la gloria que sólo se debe dar a Dios y la esperanza de que sus trabajos no caerían en saco roto.

De una personalidad fuerte, tal vez colérica, supo aprovechar todos los dones que recibió de Dios y encausarlos hacia el bien; colmado de inmensos dones de naturaleza y gracia, se dice que tenía en sus manos el poder de arruinar a toda una generación, si lo hubiera querido. De él se han dicho muchas cosas. Hoy quiero compartir con ustedes lo que dijo Walter Nigg, profesor de historia de la Iglesia en Zurich (Suiza), pastor luterano: “A Don Bosco el traje del santo convencional nunca le quedó bien”, “hay que reconocerlo es un innovador atrevido… un rebelde espiritual, Don Bosco fue un rebelde, pero de acuerdo con su temperamento, un rebelde apacible”.

Umberto Eco, escritor y filósofo agnóstico dijo: “A este siglo le faltó el proyecto Don Bosco”. El Cardenal Alimonda, sucesor de Mons. Gastaldi, dijo de él: “Si el Evangelio divinizó el mundo y las leyes de la naturaleza con la divina caridad, con ésta misma Don Bosco divinizó el s. XIX”. Un ateo y laicista, Lombardo Radice, dijo: “Don Bosco fue uno de los grandes que deberías conocer. En el campo de la Iglesia… supo crear un importante movimiento de la educación, devolviéndola al contacto con las masas, que había venido perdiendo. Para nosotros, que estamos fuera de la Iglesia, de cualquier iglesia, es también un héroe de la educación preventiva y de la escuela-familia, sus continuadores pueden estar orgullosos. También nosotros podemos aprender algo de sus obras para la escuela laica…”

Un hagiógrafo, un estudioso de la vida de los santos, dijo alguna vez: “los hombres hacen a los santos siempre diferentes de cómo Dios los ha hecho”. Ahora yo les invito a pensar… ¿Podríamos decir esto también de Don Bosco?


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