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Salesianidad
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HOMILIAS

1° DOMINGO DE ADVIENTO (c)

EVANGELIO

Lc 21, 25-28.34-36

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Habrán signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán. Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levántense, alcen la cabeza, se acerca su liberación.

Tengan cuidado, no se les embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se les eche encima de repente aquel día, porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estén siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir, y manténganse en pie ante el Hijo del Hombre”.


HOMILÍA

2015, 29 DE NOVIEMBRE

Comenzamos un tiempo muy especial en nuestra vida de fe: el Adviento. En su sabiduría, la Iglesia, nuestra madre, nos regala este tiempo de preparación en vistas a la celebración de la Navidad. El morado será el color que nos acompañe por un mes, un color que expresa solemnidad, pero también fatiga, espera y preparación. En una palabra, toda la Iglesia no recuerda: “El Señor ya llega, prepárense”. Y la respuesta de nosotros como creyentes es siempre la misma: “Ven, Señor Jesús”.

Al comenzar este tiempo, se nos presenta el día de hoy una lectura un tanto obscura, es un texto bastante fuerte. Si bien en un primer momento los signos apocalípticos pueden llamar fuertemente nuestra atención, estamos invitados a ir más allá, de hecho así lo hizo Lucas. Muy probablemente el evangelista tenía el texto de Marcos al frente cuando escribió esta página, pero más que la llamativa figura de los astros que se alteran, Lucas quiere llevarnos a dos mensajes claros: 1) Debemos levantarnos y alzar la cabeza, porque se acerca nuestra liberación; 2) Debemos estar siempre preparados porque el Señor ya llega.

Vivir con coherencia la fe cristiana nunca fue fácil. Tenemos el testimonio de miles a quienes este deseo les costó la vida. Pero más en nuestro tiempo en el que se vive un claro relativismo religioso, un indiferentismo frente a los valores humanos más básicos, una especie de discriminación a las personas de iglesia… Frente a esta situación “adversa”, el Señor quiere darnos un mensaje muy claro: no debemos desalentarnos, ni mucho menos claudicar. La Palabra, el día de hoy no necesita de mucha explicación: “¡Levántate!, ¡Alza la cabeza!, ¡Se acercar tu liberación!” No importan las contrariedades y adversidades, nuestra esperanza no está puesta en los indicadores sociales o estadísticos, sino en Dios y con Él no tenemos qué temer. Pero nuestra espera no debe ser pasiva, sino activa, totalmente operativa. Por ello se nos exhorta también a hacer que nuestra vida refleje la espera que tenemos en el Señor. Dejemos, pues, de lado todo aquello que pudiese interrumpir nuestra preparación a la venida del Señor, que ya llega. Que ni nuestra mente, ni nuestro corazón se dejen “embaucar” por tantas luces y papeles de regalos, que en este tiempo cercano a la Navidad inunda todas las calles. Que nuestra mirada esté firme en el Señor, en la presencia de Dios en nuestra vida.


A LOS EDUCADORES SALESIANOS

En el Evangelio del día de hoy encontramos un fuerte llamado a la esperanza. En la labor de la educación de la juventud, la esperanza es un valor fundamental e imprescindible para quien quiera emprender la aventura de la educación. En la lectura de hoy se nos habla de signos cósmicos catastróficos, pero éstos no son sino preludio, anuncio, de que se acerca la liberación definitiva.

Que esta sea pues una invitación a renovar nuestra esperanza en Dios y nuestra confianza en la juventud. A pesar de que su comportamiento y sus actitudes, muchas veces parecieran ser signos de una especie de “Apocalipsis”… recordemos que son sólo expresión de todo lo que ellos –nuestros jóvenes- pueden hacer. Si como educadores somos capaces de encausar toda esa energía y creatividad en pro de la transformación positiva de la sociedad, podemos considerarnos trabajadores del Reino.

Les invito que a lo largo de esta semana podamos meditar sobre este potencial que se encuentra en nuestras manos y que como salesianos, herederos de la enseñanza de Don Bosco, podamos renovar nuestra confianza en la juventud. Mantengámonos firmes y en pie en nuestra vocación… ¡Ya llega el Señor!.

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